Belleza vampírica: La Condesa Elizabeth Báthory .

¿De qué serías capaz por conseguir la eterna juventud? Cuando eres una de las mujeres más poderosas del país, rica, extremadamente culta y muy hermosa, ¿por qué no plantarle cara a la batalla más cruenta de todas? ¿Por qué no luchar contra el tiempo? Cuando el premio es la eterna perfección y el precio la sangre humana, el resultado es la belleza vampírica de la Condesa Elizabeth Báthory.

El florecimiento de la Condesa.

El 7 de agosto de 1560 nacía en el castillo Nyírbátor, la que posteriormente sería considerada por la literatura como la mujer vampira o la mismísima Drácula.

Transilvania era un hervidero de poderosas familias aristocráticas que subyugaban al pueblo y los trataban como piezas de ganado y es en este escenario en el que viene al mundo Elizabeth Báthory. Una mujer emparentada con las figuras más poderosas de su época, como su tío el Gran Príncipe de Transilvania o varios cardenales, príncipes y nobles en su árbol genealógico.

Crece en el actual castillo de Csejte donde se atisban sus primeros rasgos intelectuales siendo una niña despierta y muy inteligente. Acuciada por una enfermedad neurológica, padecía extremas convulsiones nerviosas, las cuales, marcarían su vida germinando la obsesión por la belleza, perfección y juventud.

Como era habitual en la época, fue prometida con 11 años al conde Ferenc Nádasdy de Nádasd y Fogarasföld. Esto, le permitió una educación muy superior a la de la mayoría de hombres y mujeres de la sociedad transilvana.

Viviendo en el castillo de su marido, aprendió con gran soltura a hablar húngaro, alemán o latín entre otras lenguas. Algo de máximo interés si tenemos en cuenta el grado de analfabetismo que imperaba en todas las ramas sociales de la época incluido el propio Gran Príncipe de Transilvania, del cual se decía que no sabía leer o escribir.

Cuando la belleza y el poder se tiñen de sangre.

La vida matrimonial de la condesa pasó, como era de esperar, por residir en el castillo familiar situado en los Pequeños Cárpatos. Una vida familiar rodeada de sus cinco hijos que combinaba con las idas y venidas de su marido, el conocido Caballero Negro de Hungría.

Eran un matrimonio inusual en la práctica de costumbres de la época, pues el marido conocedor de la gran inteligencia de su esposa, dejaba en manos de ésta la gestión agrícola y ganadera de los terrenos que siempre supervisaba desde el campo de batalla.

Un equipo de dos, que proporcionó grandes riquezas y poder. Esto, les ayudó a cambiar algunas reglas del juego, como la propiedad del inmenso castillo en el que vivían y que el Conde regaló a su mujer.

Tengamos en cuenta que según las normas imperantes que una mujer heredara era algo muy complicado, pues siempre pasaban todas las pertenencias del hombre al hijo varón. Elizabeth Báthory, se aseguró una basta propiedad para siempre.

La Condesa Vampira, se hacía con el control de su inmensa fortalece de muerte y sangre.

¿Cómo se comportaba la condesa vampira y el caballero negro?

Es complicado dibujar un diagnóstico psiquiátrico de la Condesa e intentar descubrir cuándo dejó de ser una mujer culta, adelantada a su tiempo y trabajadora, a una asesina en serie. El mito, la leyenda y rumores de los enemigos de la familia Báthory, contribuyeron a la creación de un personaje que llegó a aterrorizar a un país entero.

Aunque claro, ¿todo era invención? ¿Pudo la Condesa iniciarse en ritos de brujería mediante la sangre para mantener su belleza? ¿Se convirtió en una bella vampiresa?

Pudo ser, si tenemos en cuenta que su familia practicaba el incesto, bien visto entonces, y que uno de sus ascendientes más famoso era el Conde Drácula, la sangre del mismísimo Vlad Tepes, El Empalador, corría por las venas de la hermosa aristócrata. O su tía Klara, famosa sanguinaria casada cuatro veces y acusada de asesinar a todos sus esposos. Si miramos a su marido, el Conde, era temido entre las legiones turcas por su crueldad en el campo de batalla. Con todo ello, no nos extrañaría que de puertas adentro, la Condesa, fuera una auténtica belleza sangrienta. Una belleza vampírica que despertaba poco a poco.

Se dice que el Conde le explicaba, con detalle, cómo se podía castigar y torturar a los sirvientes manteniéndose en un discreto segundo plano. Como leéis, en la época de los grandes nobles la tortura a los sirvientes estaba bien visto, e incluso justificada, siempre y cuando no fuese demasiado llamativa.

Y es en este momento de gran influencia y crecimiento familiar donde la Condesa fue haciéndose más presente en la sociedad húngara. Tal era el poder familiar, sobre todo debido a las conquistas de guerra de su marido y posteriores tesoros que mandaba al castillo que, incluso, fueron prestamistas de los propios Habsburgo.

Una vida ya definida que se vería irrumpida a los 44 años de edad de la sanguinaria Condesa cuando, su esposo fallece debido a una enfermedad contraída en el campo de batalla y que arrastraba consigo.

El renacer rojo de la Condesa. El gusto de la sangre.

Marcada por ritos relacionados con la brujería, que llevaría haciendo desde antes de la muerte de su esposo, aconsejada por su nodriza y ayudada por sus fieles sirvientas, la nueva vida de la Condesa se abre camino.

Divertimentos que pasaban por la tortura hacia sus criadas untándoles el cuerpo con miel y obligándolas a estar en el campo a merced de los insectos, o congelándolas vivas para su propio deleite.

Pero todo cambia cuando la mujer más bella de los Cárpatos, y una de las más poderosas, observa aterrada su imagen en el espejo y nota el terrible paso del tiempo. Aun hermosa, los ritos realizados no eran suficientes, ¿debería dejarse vencer por el paso del tiempo y perder su aclamada y cruel belleza?

No todo estaba perdido en la guerra contra la vejez. Según cuentan las crónicas, Elizabeth Báthory, se encontraba en sus aposentos terminándose de vestir mientras una de sus sirvientas le cepillaba su lustrosa melena. La aterrada criada cometió el imperdonable error de enredar el pelo al cepillo tirando de éste y provocando un pequeño malestar en la Condesa. Esto, propició que La Condesa le diera tal manotazo en la cara que, la asustada muchacha terminó en el suelo con el labio ensangrentado.

Molesta por tal descuido y por pensar que sus magníficos anillos de diamantes y rubíes pudieran estar manchados de sangre tan impura, se miró la mano levantándola hasta la ventana para observar, con el sol, los estragos acaecidos cuando notó ver cómo su mano recuperaba la blancura característica de su juventud y la notaba más tersa.

La Condesa Sangrienta se hacía paso dejando a Elizabeth Báthory en segundo plano. Todo tenía un precio y la belleza, aun sangrienta, más aún. Y ella, estaba más que dispuesta a pagarlo. Por fin, había encontrado su arma secreta contra el paso del tiempo, ella, una Báthory, iba a ganar. Nace: la Condesa Sangrienta. Florece La Belleza Vampira.

Recordando las palabras de sus excéntricos familiares y amigos, relacionados con el esoterismo y la magia negra, comprendió que sólo la sangre de criadas de corta edad y vírgenes podrían mantener su belleza eternamente.

Nadie extrañaría a niñas de la más baja escala social en un territorio donde la posición, el apellido y la riqueza era lo único que importaba. Nadie se preguntaría dónde estaban las jóvenes criadas que acudían a trabajar al castillo con promesas de una vida mejor que en el campo y que jamás se las volvía a ver. Nadie se atrevería a cuestionar a una de las mujeres más poderosas de los Cárpatos.

Y así fue como la Condesa Sangrienta fue dando forma a su oscuro plan de mantenerse siempre joven. La técnica era sencilla: secuestrar a pequeñas y vírgenes niñas de campo y desangrarlas hasta su muerte. Con la sangre de las jóvenes, se llenaría una tina destinada a recibir a la despiadada Condesa, que se bañaba durante horas en el rojo líquido hasta ver su piel volverse joven y lozana como antaño. E incluso, se cuenta, que en ocasiones también bebía la sangre.

Pero llegó el momento en el que, ante los rumores de brujería y vampirismo en el castillo, los aldeanos se negaban a entregar a sus hijas. La Condesa veía como el tiempo volvía a hacer estragos y seguía envejeciendo su perfecta piel, así que pensó que necesitaría una sangre más pura, más perfecta, más… aristocrática. Y ese fue el inicio del fin.

El rojo se transforma en púrpura. Y el púrpura, en soledad y muerte.

La Condesa se enfrentaba a la encrucijada de pensar cómo atraer a hijas nobles a su castillo, conociendo la fama que estaba obteniendo su aldea, y a la negativa de los aldeanos de seguir mandando a sus hijas a palacio.

Esta cuestión, fue rápidamente respondida por ella misma, ¡crearía una escuela de buenas maneras para señoritas! Ninguna familia “de nombre” dudaría de tal ayuda por parte de una Báthory.

Así es como pensaba atraer a tal digna sangre al castillo, pero, los problemas comenzaron a surgir. Los padres de la alta nobleza empezaron a preguntar qué estaba ocurriendo. No comprendían por qué había tantas muertes y desapariciones. Tampoco comprendían, por qué la Condesa se negaba a entregar el cuerpo de las nobles a sus familias para el sepelio.

En ese momento, a las peticiones de la nobleza se une contra Elizabeth Báthory, la mismísima Iglesia, que había escuchado las peticiones de los aldeanos y rumores de sus prácticas diabólicas. No podía seguir mirando para otro lado. ¿Estaba el demonio entre ellos? ¿Era una mujer vampira?

Tal fue la magnitud de presiones que recibió el Gran Príncipe de Transilvania, muchas infundadas y costeadas por los enemigos de la Condesa Viuda y que anhelaban hacerse con su basta fortuna, que encargó al Conde Palatino Thurzó la investigación al respecto.

El resultado fue encontrar cadáveres enterrados en las inmediaciones del castillo que correspondían con las muchachas desaparecidas. También se encontraron numerosos cuerpos abandonados con signos de mutilación en los campos cercanos. La Condesa no podía seguir negando su macabra costumbre, el precio de la belleza llamaba a su puerta.

La ley no permitía que alguien de la alta nobleza fuera juzgado, por lo que se sentenció a muerte por decapitación o quema a sus cómplices con cargos de brujería, magia negra, secuestro y asesinato.

El Conde Palatino, amigo del marido de la Condesa, consiguió una pena más favorable para tan temida mujer, sería encerrada en sus habitaciones por siempre. Se cerrarían puertas y ventanas a excepción de una pequeña ranura dónde se le introduciría la comida.

Tras cuatro largos años así, y a la edad de 54 años la Condesa fue hallada muerta en sus aposentos provocando un nuevo debate sobre dónde enterrar a tan sanguinaria mujer. Se tiene constancia de su tumba en la cripta familiar de los Báthory.

Se quedan en el aire cientos de preguntas: ¿todo era cierto? ¿O todo era un rumor de los enemigos de su familia para conseguir hacerse con su poder y riqueza? ¿Alguien ha comprobado que el cuerpo de la Condesa descanse realmente en dicho lugar?

Eternamente joven, inteligente, maquiavélica y estratega, ¿cómo pudo dejarse arrestar en vez de huir a países europeos donde su riqueza era bienvenida?

Las noches son aquellas en los que la piel se baña ante la luz de la luna y los ojos brillan con el resplandor de las estrellas. El momento perfecto en el que solitarios, paseamos con nuestros pensamientos sin percatarnos de una mujer que nos observa a cierta distancia. Una hermosa vampira húngara sedienta de belleza.

¡Te esperamos en nuestra siguiente y oscura historia!

 

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